Que nada nos aleje del amor de Dios.

El amor de Dios no es un sentimiento pasajero ni una promesa vacía; es el cimiento sobre el cual se construye nuestra vida. Este amor es inquebrantable, constante y eterno. No depende de nuestras acciones, méritos o circunstancias, sino que fluye de la misma naturaleza de Dios, quien es amor en esencia. Cuando comprendemos que este amor es la base de todo lo que somos, encontramos una seguridad que trasciende las dificultades de la vida.Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.